Ponme una canción country

Suena la misma canción por octava vez y va a caer una novena.

Algo tiene la voz del muchacho con sombrero de cowboy que me hace sentir bien y mal al mismo tiempo. ¿Cómo he llegado a este género musical con lo alejado que está de mis gustos? Será que por mucho que envejezcamos seguimos manteniendo intacta la capacidad de sorprendernos ¿será?

Mientras tomo un sorbito de vino barato siento unas cosquillitas en el estómago que no termino de identificar, no sé si es que estoy cachonda o nostálgica, quizás las dos cosas.

La canción se acaba y antes de que salte la siguiente pista le doy para que comience de nuevo, relleno mi copa y cierro los ojos. Echo de menos ser guapa, la juventud no tanto, pero ser capaz de mirarme sin disgusto es algo que de verdad añoro. ¿Qué ha pasado? ¿qué ME ha pasado?

Otro sorbito, pequeñito, intenso como las preguntas que me acosan, como los recuerdos que me invaden, como la culpa que me detiene.

La canción está a punto de terminar y me debato ¿debería escucharla otra vez?. Dejo que acabe y pasa a la siguiente pista, me gusta menos, pero nunca me he quedado atascada y no me va a pasar ahora, ni siquiera con esta canción.

Pensa/Senti – Mientos

Qué bonitas son las más bonitas casualidades.

Mientras la taza de café echa humo pienso en el cosquilleo que siento (y no sólo en el estómago) y no puedo evitar sonreír.

Qué bonito es cuando eres capaz de verte a través de los ojos de alguien que te mira con amor.

Cambio de canal distraída, preguntándome cuándo te volveré a ver.

Qué bonita es una sonrisa sincera correspondida.

Me pregunto si debería escribirte, si tienes tantas ganas de saber de mi como yo de ti.

Que bonitos estos sentimientos que creí que jamás volverian a mi.

Vértigo

Vértigo…

El vértigo es una sensación polivalente. Se puede sentir en diversos momentos y situaciones. Puede ser ese miedo a las alturas o eso que me da a veces porque tengo las cervicales tocadas.
Se puede dar cuando sientes incertidumbre (ahora que estoy en el paro), puede ser ese nudo en el estómago cuando estás en el ojo de la tormenta y puede ser terror cuando crees que hay algo muy bueno esperándote pero las hostias de la vida hacen que desconfíes.

Puto vértigo.

Maravilloso vértigo.

¿Seríamos los mismos sin nuestras dudas? ¿La vida nos sabría igual sin las mariposas en el estómago? ¿No es la capacidad de levantarse tras una caída nuestra mejor arma para sobrevivir?

Incontrolable vértigo.

¿Cómo hacer ese cocktel perfecto donde locura y prudencia se mezclan pero no se agitan y nos permite ser una loca del coño, pero no mucho? ¿Cómo aprender de los errores del pasado sin que nos lastren? ¿Cómo hacer que la realidad nos permita soñar?

Vértigo

Café caliente

Miró su cafetera nueva, nueva y roja, roja y blanca. No podría dejar de mirarla porque no dejaba de resultar curioso que justo se hubiera roto la antigua (la de su ex) justo cuando hacía un año de su ruptura.

El tiempo va borrando las huellas, va destruyendo los recuerdos y va aflojando las cadenas, como el refranero popular dice «no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo aguante». Menos mal.

De nuevo su mirada se desvía a la puñetera cafetera que es preciosa. De nuevo su mente vuela. El tiempo da perspectiva, un año, 365 días. Muchísimas vivencias, mucho crecimiento y mucho dolor. Una amiga siempre dice que el dolor da profundidad, ella tiene la sensación de ser una sima.

Le estaban entrando ganas de un café de tanto mirar la cafetera, pero no podía ser, porque era tarde y al día siguiente tenía un viaje. Iba a ser una experiencia, el último viaje fue con su ex y fue un desastre. Lo bueno de viajar con su ex es que las últimas veces «todo es una mierda», así que tenía un entrenamiento para adaptarse a viajar con otras personas.

En este momento además de pasarlo bien en el viaje (imprescindible) tmbién quería ir guapa, quería sentirse guapa, necesitaba sentirse guapa. Así que mientras terminaba de hacer la maleta se había puesto una mascarilla. Mañana iba a ser un gran día.

Dolor de tripa, nervios, expectativas, un nuevo viaje.

Hace año comenzó un viaje, con menos lastre y con la sonrisa puesta a pesar del dolor, porque ya conocemos el dicho «mejor sola, que mal acompañada»

Fer- Pecto

Hubo una vez un maestro juguetero que hacía muñecas preciosas, de ojos grandes y pelo sedoso, de sonrisas de fresa y hoyuelos que destilaban inocencia. Todos los papás y las mamás querían una muñeca de este juguetero, las deseaban y luchaban por ellas.

Un día, el magnífico artesano, creando una de sus obras de arte cometió un error. Creó una muñeca imperfecta con pecas. Desde el momento en que la vió la odió y aunque no le dijo nada a la muñeca ésta lo supo. Ser una muñeca imperfecta entre obras de arte es duro y nuestra (imperfecta) protagonista sufría.

Milagros compartió escaparate con cientos de muñecas, nadie se fijaba en ella y el tiempo pasaba… hasta que una mañana de otoño, una niña de ojos negros se fijó en ese escaparate y decidió adoptarla. Esta niña hermosa había ahorrado durante mucho tiempo y nada más ver a Milagros, se enamoró. Lupita (nuestra pequeña ahorradora) adoraba a Mila porque era diferente, era bonita, era graciosa y era única, el problema es que la muñequita se sentía fea y dañada, creía que no merecía ser amada porque sólo se quiere lo que es perfecto.

Esta historia no tiene final (ni feliz, ni dramático), pero tiene una pregunta ¿eres perfect@?

A corazón abierto

Hace tiempo me hicieron un regalo, un regalo precioso, cálido, tierno… si se pudiera comparar con algo diría que era como un gato: una bolita de pelo, que transmite calor y amor. Me sentía feliz con esa bolita de luz que me calentaba el corazon. Era extraño, porque nunca había sentido algo tan bonito y me parecía magía, quizás, era simplemente amor.

Un día, un día feo, un día gris, un día negro y frío, un día lluvioso, viniste y me lo quitaste. Como una niña mala me fui al rincón de pensar sin comprender nada. Traté de que me lo devolvieras portándome bien, mejor que nunca, hacía mis deberes, no rechistaba cuando me regañabas, pero nada. Luego intenté conseguirlo por las malas, vinieron mis berrinches, mi ira, mis llantos, mis berridos, mis enfados. Cuando eso tampoco surtió efecto empecé a construir un muro, ladrillo a ladrillo. El ladrillo de «no quiero que me hagas daño», el de «me has hecho daño», también está el de «me has decepcionado», no podemos olvidar el de «no te entiendo» y por supuesto el de «estoy cansada, lucha por mi».

En todo este tiempo las preguntas han caido como gotas de lluvia en un aguacero y sin embargo no ha llegado ninguna respuesta. Nado entre incognitas y no soy capaz de llegar a ningún puerto. Navego en el desconcierto y tus negativas son mi timón. No saber qué pasó, qué te pasó y asumir que nunca lo sabré, que pedazo de mierda.

Aquí está mi niña interior esperando que vengan los Reyes Magos con esa bolita de luz que iluminaba mi corazón, espero que tú ejerzas de paje, porque la verdad, es que te echo de menos.