No, no debería

Hay gente que entra en mi blog preguntándose si cambia algo después de acostarse con una mujer. Mi respuesta es que no, obviamente la conoces más íntimamente, pero eso no la convierte en algo «usado» o en algo de menos valor.

Hoy 25 de noviembre quiero hablar de esto, porque la violencia contra las mujeres no surge después de la lluvia. El hecho de que la valía de una mujer aún se relacione con el número de parejas sexuales que ha tenido no ayuda. Tampoco el que nos vendan que si eres atractuiva no va a haber problemas en tu vida o el control que hay a través de las redes sociales.

Tengo la sensación de que en esta sociedad fría, impersonal, superficial se ha dejado de avanzar hacia la igualdad, detecto ciertos detalles que me aterrorizan. En vez de liberarnos cada vez estamos más oprimidos. Nos hemos quedado en lo superficial, no somos capaces de ir más allá, de rascar un poco. ¿Seremos, en un futuro, capaces de leer más de 140 caracteres? ¿podríamos vivir sin whatsapp y su doble check? ¿sin facebook, para demostrar lo felices que somos? ¿podremos querer a alguien con estrías? ¿sin los dientes perfectos? En un mundo donde la gente con pasta se aumenta las tetas, se saca la grasa y se remodela la vagina ¿hay hueco para el respeto (hacia los demás y uno mismo), la compasión y el amor?

¿Qué diría mi madre?

Ayer mi madre hubiera cumplido 65 años y hace 10 años que se murió. Es extraño como pasa el tiempo y cómo nos acostumbramos a las ausencias.

Este verano fue un verano de mierda, por lo poco que escribí lo sabéis, pero recuerdo un viaje en coche donde hablé con mi madre. Obviamente no obtenía respuesta, pero simplemente me desahogué. Preguntaba al cielo y lloriqueaba un poco y por algún motivo que no logro comprender, me sentí mejor.

Por suerte, desde el verano las cosas han ido mejor, yo me siento mejor, más feliz, han pasado cosas buenas y trato de lidiar con las malas. Me gustaría pensar que ese «échame una mano, mamá» sirvió de algo, conmovió al destino, al karma o a Dios.

Sed buenos.