Es extraño como ha cambiado todo.
Estos dos años han sido duros, durísimos, increíblemente largos donde cada vez que parece que llegamos a una meta, nos la mueven.
Este 2021 me ha traído un trabajo nuevo, vivo con mi pareja y nuevos problemas. Llevo tiempo dándome cuenta de que algo no va bien, no sé definir qué es, pero hay algo que me está quemando por dentro, devorando cosas buenas.
La musiquita suena y como siempre me ayuda a escribir, a exorcizar, a admitir cosas. Sé que la pandemia me quemó porque vi mi futuro muy negro (a nivel económico), sé que estudiar unas oposiciones fue duro y me quemó, sé que aprobar fue una gran noticia, pero que el estrés de no saber destino elevó mis niveles de ansiedad y los puso por las nubes y luego engordar y verme fea. Todos esos ingredientes se juntan con lo que tengo y dan un plato difícil de tragar.
Hay estudios que hablan del impacto de la pandemia en la salud mental de la gente, supongo que esto se va a llevar a mucha gente por delante y la desgracia es que para muchos el acceso a los profesionales de la salud es casi imposible.
Cuando yo era niña/adolescente el problema no era ir por la falta de recursos, era el estigma. El «te voy a llevar al psicólogo» era más una amenaza que un intento de ayuda.
Yo sé que sobreviviré, con o sin psicólogo, sé que soy una superviviente y sé que puedo con todo lo que se viene, así que si tú has llegado a este rincón perdido del universo y necesitas ayuda, dímelo.