¿Quién te arrancó el corazón y te dijo que sólo pensases?
¿Con qué arma te hiriero que nada pudo protegerte?
¿Por qué se suicidaron tus sueños?
¿Dónde acabaron tus ilusiones?
¿Qué piensas hacer para volver a la vida?
¿Quién te arrancó el corazón y te dijo que sólo pensases?
¿Con qué arma te hiriero que nada pudo protegerte?
¿Por qué se suicidaron tus sueños?
¿Dónde acabaron tus ilusiones?
¿Qué piensas hacer para volver a la vida?
A veces tengo la sensación de que todas mis equivocaciones tienen sentido, que he aprendido y que soy mejor persona.
En otras simplemente me doy cuenta que la vida es esto, cagarla a veces, acertar en ocasiones y hacer lo que buenamente se puede.
La suerte está echada ¿alguien sabe dónde? necesito tumbarme a su lado y que se ponga de mi parte.
La convivencia mata el amor. Estoy convencida, nadie me puede hacer cambiar de opinión. El tener que aguantar las gilipolleces, manías y demás mierda de otros seres humanos es agotador. Vivimos con otras personas porque es necesario, pero la soledad tiene sus ventajas.
Una isla desierta, por favor.
Hay gente que es como Atila, rey de los Hunos, y cuando pasan por tu vida acaban con la vida por un largo periodo de tiempo. Si éste fuera un blog de autoayuda ahora hablaríamos de personas tóxicas, de cómo reconocerlas y cómo actuar. Habría metáforas de caminos y cuentos y subuiría podcasts con acento argentino. Por suerte este blog no va de eso. Va de las cosas que deseo vomitar, buenas y malas. De lo que me gusta escuchar, ver o escribir. También es el reflejo de lo que quiero mostrar y de lo que sale a borbotones aunque no quiera y hoy quiero hablar de los hijos de puta (o hijas) que nos destrozan.
No tiene que ser una relación larga, ni siquiera tiene que ser tu pareja, pero hay gente con la que nos quedamos enganchados. Pocas cosas te atan más a una persona que el dolor y el rencor y el no poder decir las cosas (o decirlas y no ser escuchado) La cuestión es que por muy tentador que resulte quedarse ahí, lamiéndonos las heridas no es bueno para nosotros. Decir adiós, a veces, es soltar lastre. Si queremos dejar de recibir calambrazos quizás deberíamos dejar de meter los dedos en el enchufe. Así que os animo, ahora que está a punto de acabar el año y que os alejéis de los enchufes.
Todo cae por su propio peso, las máscaras, las mentiras, las personas. El problema es que para el que ha sufrido el descrédito de un difamador no es suficiente. ¿Qué más da que ahora se sepa la verdad cuando ya no importa? Por suerte y por desgracia, la satisfacción moral de que se reconozca que una persona mintió, que fue tóxica… no borra el dolor sufrido. Es más, por desgracia, muchas veces queda la duda. La mancha de chocolate que no acaba de quitarse con lejía.
Supongo que cuando la vida te hace daño (mandándote hijos de puta) lo único que queda es buscar un sitio donde recuperarse (si es con ayuda, mejor) y seguir el camino, porque el tiempo no se detiene, por mucho que nosotros nos quedemos encerrados en un momento.
Hay pocas cosas igual de bonitas que tu mirada, pero esta canción se acerca
Soy una vaga de cojones y me cuesta ponerme en marcha, no sé si es falta de motivación o de obsesión pero arrancar no es lo mío.
Hace frío, he dormido mal y estoy hasta el perro de Dorothy (toto) de tener cosas que hacer. Mientras el agua cae por mi aún humedo cuerpo (estoy recién salida de la ducha) os digo «Ave César los vagos que van a hacer cosas desganados te saludan»
Feliz martes.
Gracias por dejarme escapar, por tu cobardía. Sabes que podría haber sido especial, que podría haberte llegado al corazón. Hubiera sido capaz de hacer reír a tu alma, de curar tus heridas.
Miles de gracias por las coces, por la mala vida, por demostrarme lo poco que te importé, gracias por enseñarme las miserias de la vida. Necesitaba ver la inmundicia de tu alma, necesitaba caer.
Tengo que dar gracias porque no acabé contigo y porque aprendí a valorar a quien te quiere. Porque diciéndote adiós pude decir hola al equilibrio, a la felicidad.
Hasta nunca, cierra la puerta al salir.
Acabo de publicar un comentario en un blog y me pide que demuestre que no soy un robot. Qué cosas ¿cómo se demuestra eso? ¿resolviendo un capchat de esos? yo diría que no y menos en esta época de inteligencias artificiales. ¿Siento lo que siento? ¿puedo creer en mi? ¿en que tengo un corazón? ¿en que mis sentimientos son reales?
Dudar es humano, también confiar y por supuesto sentir. ¿Si fuera un robot se me pondría la piel de gallina cuando me susurrasen al oído? ¿Podría tener miedo? ¿se me partiría el corazón viendo a alguien sufrir? ¿Está abocada la humanidad a dejar de ser humana para ser eficaz? ¿Para consumir más debemos sentir menos?
Releo lo escrito y me cuesta encontrar afirmaciones, son sólo dudas y preguntas. Supongo que es la prueba de que soy humana.