Pues mi vida es una serie de catastróficas desdichas que terminan acabando bastante bien en general. Ahora mismo la frase que me ronda la cabeza es «lo que no me pase a mi» Y es que es verdad todo me pasa a mi y al final lo bueno y lo malo se juntan y se convierte en una anécdota semidivertida.
Ayer cuando llegué al aeropuerto me di cuenta de que no tenía la cartera. Me senté en el suelo y le di la vuelta a la mochila y al bolso y asi, rodeada de mis bragas sucias, ropas, zapatillas y trastos comprobé estupefacta, asustada y agobiada que mi cartera no estaba, Quise llorar y no pude, me puse a temblar super agobiada. Estaba en una ciudad que no era la mía con 20 euros en el bolsillo, sin dni, sin tarjeta y creí que me moría. Puedo jurar, y no es mentira, que me dio un ligero tembleque. Asi que me encaminé al mostrador de facturación donde la señora de iberia fue absolutamente amable y me dijo donde había una comisaria. Puse la denuncia, cancelé la tarjeta de crédito y decidí irme a casa. Sólo quería meterme en mi cama a salvo de seres malvados que me mangaban la cartera.
Cuando llegué a casa tenía dos llamadas perdidas. ¡Habían encontrado mi cartera! Asi que a partir de ese momento mis músculos se destensaron y respiré tranquila.
De esta experiencia puede decirse que he aprendido varias cosas. La primera que aun queda gente buena en el mundo. La segunda que algunas de esas personas buenas son mis amigos. Quisiera agradecerle especialmente a una persona que no lee este blog lo absolutamente pendiente que estuvo de mi, que se ofreció a venir a buscarme al aeropuerto y a echarme una mano. Y me gustaría disculparme con esa persona también por todas las molestias que le ocasioné porque la verdad es que sí, que di un por saco considerable.
Ahora mismo lo veo todo asi con humor, incluso la próxima vez que vaya a ese aeropuerto pienso llevarles chuches o algo porque fueron super agradables igual que a la señora de iberia que me animó.