Who knows?

Mi 2018 y mi 2019 fueron años hiper jodidos, no me escondo.

El 2018 fue el año donde me enfrenté a una dura ruptura, donde un gran amigo falleció, donde tuve que aprender a curarme las heridas emocionales. 2019 fue un año de sustos de salud y de trabajar como una hija de la gran puta. Trabajé horas de más y hubo momentos en los que sentí que iba a reventar.

Llegamos a 2020 y por ahora no me puedo quejar. No me puedo quejar porque muchas heridas se terminaron de cerrar a finales del año pasado, porque la salud me está respetando y porque aún no han empezado a joderme en el curro (en dos semanas hablamos)

Me estoy dando cuenta de que es un buen momento y pienso disfrutarlo, como un caramelo, como un bocata de nocilla, como unos noodles, como un baño de agua casi hirviendo, como un masaje con aceite caliente, como un beso apasionado.

Supongo que todos los dramas que he vivido en mi vida hace que le dé tanta importancia a momentos como éste. También es cierto que con todo lo dañada que estoy, es complicado mantener el equilibrio entre mi loca del higo interior y mis ilusiones.

Mi consejo, el que os doy desde este rincón perdido de internet, es que disfrutéis y mantengáis siempre una moderada llama de esperanza, porque, nunca se sabe.