Que mal. Ayer después de currar caí en un estado de imbecilidad que me llevó a cortarme las venas con un folio (metaóricamente hablando). Obviamente hay un desencadenante, pero es cierto que todo vino de tener la tarde libre, porque trabajé por la mañana y estuve super feliz. El problema llegó en mi casa cuando empecé a darle vueltas al tarro.
Obviamente hay mucha mierda interior, peeeeeeeeeeero es algo que normalmente mantengo bien tapadito. Lo que pasa es que ayer se desbordó. Y es gracioso, porque 48 horas antes estaba diciendo que ya había superado todo lo relacionado con el desencadenante y ayer, plaf, la primera en la frente. Sé que el dolor que me provoco a mi misma no es bueno. El ponerme a pensar que debo tener algo malo, o que no soy lo suficientemente buena lo único que logra es que me sienta más miserable. Es una conducta que siempre afirmo que he de enmendar, pero la cabra tira al monte y se ve que mi monte es el del Destino.
Las cosas son como son y al final lo que cuenta, lo que queda, son los hechos y los actos. Las palabras y las buenas intenciones acaban en el retrete.
Hoy es lunes, tengo un turno de mierda, pero no voy a permitir que ningún pensamiento me hunda en la miseria. Quizás esté pecando de optimista pero tengo que esperar que el día me deparará alguna sorpresa positiva porque como me descuide sé que volveré a pensar y eso no es bueno. Me siento vulnerable en los últimos tiempos, siento que tengo más ganas de abrazos, de mimos y de cariño.
Asi que feliz lunes, feliz semana y cuidaos mucho.