Ayer mismo los medios de comunicación se hacían eco de la alarmante cifra de abortos que se realizan en España, sobretodo entre las menores de 19 años. Desde hace una década la cifra de mujeres que deciden abortar incrementa sin que haya, aparentemente, remedio.
Hay grupos que aprovechan estos datos para maldecir la educación sexual, negando su eficacia.
Lo que yo pretendo demostrar hoy es que es mentira. Partiré del simple hecho de que en este país no se ha venido realizando esa Educación sexual tan necesaria para nuestros, (pero sobretodo nuestras) jóvenes.
La educación es un proceso, por tanto las charlas de tres días en el colegio NO son Educación sexual. El darle un condón a un adolescente NO es Educación sexual.
Debemos partir de unos hechos innegables, obvios y claros que se nos pasan por alto en la mayoría de las ocasiones:
- la sexualidad nos acompaña desde el momento en que nacemos y
- el sexo es mucho más que el coito.
Teniendo en cuenta estos dos factores creo que se demuestra mi afirmación de que en España no se lleva a cabo un verdadera educación sexual, puesto que lo único que se les dice a nuestros adolescentes es que si mantienen relaciones sexuales utilicen algún método anticonceptivo y además sólo se habla a los adolescentes, no a nuestros niños ni a nuestros mayores.
Bien, he manifestado lo que no me gusta, o lo que es y no debería ser, ahora toca hablar de lo que yo considero que debiera ser.
La educación sexual se debe dar desde infantil. Porque educar no es sólo decir que lo que no se debe hacer. Debemos aspirar a que nuestros jóvenes vivan una sexualidad plena, sabiendo como defenderse ante situaciones de riesgo (posibles embarazos no deseados o contagio de enfemedades de transmisión sexual) ¿Por qué? Porque la salud es más que la ausencia de enfermedad, porque la sexualidad es algo más que el coito adulto.
Durante el 2005 una compañera y yo llevamos un proyecto de educación sexual en un IES de Sevilla. Iba dirigido a los alumnos y alumnas de un grupo de 3º de la ESO. Este proyecto partía de un diagnóstico de necesidades, pero tenía unos puntos clave que consistían en: fecundación, ETS y métodos anticonceptivos.
Partíamos de ideas como la de que de nada sirve explicar los métodos anticonceptivos sino se entiende cómo se produce la fecundación. Les mostramos que no todos los métodos sirven para evitar enfermedades de transmisión sexual. Les hablamos de que hay un auge del contagio de este tipo de enfermedades (o infecciones, como se prefiera llamar) Para que comprendan que también les puede pasar a ellos, pero no pretendíamos asustarles sino que tomasen conciencia.
Nosotras no dimos profilacticos, pero les enseñamos a poner un condón. No sólo eso, les enseñamos a abrirlo sin que se rompiera y a asegurarse de que el condón estaba en perfectas condiciones.
Les intentamos transmitir que mantener relaciones sexuales coitales supone un riesgo pues no hay un método 100% efectivo y que deben plantearse si están preparados y preparadas para asumirlo.
Lo que nosotras hicimos no es del todo en lo que yo creo, porque no ha habido continuidad, porque nuestros jóvenes no tienen la base que debieran, pero ante la situación actual hay que tomar medidas urgentes. Estamos perdiendo a parte de una generación.
Las muchachas que se quedan embarazadas y no abortan tienen menos posibilidades de alcanzar, lo que todos podríamos entender como éxito profesional. Las que abortan sufren en su mayoría unas secuelas psicológicas importantes, he visto llorar a chicas contando como a los 18 decidieron abortar.
Debemos luchar por erradicar esas imágenes falsas que nos da la televisión del sexo, del coito. Porque la tele puede educar, pero también mal-educar.
He visto en series de televisión como una chica se tomaba una píldora postcoital días y días después de haber mantenido una relación sexual de riesgo. Las series muestran que es llegar y «besar el santo», que la virginidad es algo que se debe perder porque sí… cuando la virginidad en sí es algo vivenciado de forma diferente por cada persona. Es más conozco muchas chicas que disfrutan más con otras cosas que con la penetración en sí. Supongo que lo bonito es eso, que a cada cual le gusta una cosa. En el sexo, mientras haya respeto, se puede hacer de todo.
La sexualidad es un camino de descubrimiento y autodescubrimiento que puede ser, muy placentero o muy frustrante. Depende de todos y todas que nuestros hijos e hijas sean más felices. ¿Estamos dispuestos y dispuestas a afrontar el reto?