Limpieza

Estoy haciendo limpieza, la que fue mi casa desde los 8 años va a dejar de ser mía. Vivimos mucho tiempo de alquiler y es el fin de una etapa. Se avecinan cambios y sobretodo toca deshacerse de trastos, papeles, juguetes, ropa y diversos objetos.

Hoy han caído tres bolsas de basura y una bolsa entera de ropa y voy a regalar un peluche que me encantaba. Lo que ha sido una mina de oro han sido mis diarios. Sí, he escrito muchos diarios, cartas, notas… (eso y las huchas son mi debilidad). En uno de ellos, con 9 años, hablaba de mi padre con muchas faltas de ortografía y un lenguaje impropio de mi edad.

Me pregunto si siempre he sido una vieja, incluso cuando era una niña, si siempre he pensado demasiado, si siempre he sido como soy. A lo mejor soy un baifo (cabra) muy obstinado.

Fer- Pecto

Hubo una vez un maestro juguetero que hacía muñecas preciosas, de ojos grandes y pelo sedoso, de sonrisas de fresa y hoyuelos que destilaban inocencia. Todos los papás y las mamás querían una muñeca de este juguetero, las deseaban y luchaban por ellas.

Un día, el magnífico artesano, creando una de sus obras de arte cometió un error. Creó una muñeca imperfecta con pecas. Desde el momento en que la vió la odió y aunque no le dijo nada a la muñeca ésta lo supo. Ser una muñeca imperfecta entre obras de arte es duro y nuestra (imperfecta) protagonista sufría.

Milagros compartió escaparate con cientos de muñecas, nadie se fijaba en ella y el tiempo pasaba… hasta que una mañana de otoño, una niña de ojos negros se fijó en ese escaparate y decidió adoptarla. Esta niña hermosa había ahorrado durante mucho tiempo y nada más ver a Milagros, se enamoró. Lupita (nuestra pequeña ahorradora) adoraba a Mila porque era diferente, era bonita, era graciosa y era única, el problema es que la muñequita se sentía fea y dañada, creía que no merecía ser amada porque sólo se quiere lo que es perfecto.

Esta historia no tiene final (ni feliz, ni dramático), pero tiene una pregunta ¿eres perfect@?

Thinking out loud

Siempre he sido una persona con exceso de pensamientos. Me salen por las orejas, además no tienen porqué ser coherentes, divertidos o inteligentes, son ideas, a veces absurdas, irracionales y emocionales. El problema es que últimamente pienso más y peor, me cuesta concentrarme y centrarme. Estoy en un momento de mi vida en el que yo ya no me veo capaz de hacer algo como aprender un nuevo idioma o sentarme a escribir como antes. Quizás es el momento de volver a entrenar mi mente.

Buenas tardes, cochinillos del averno.

Cabo Verde

C

Esta primera semana de septiembre estuve en Cabo Verde, en tres de sus islas: Santiago, Sao Vicente y en Sal. He ido sola (me regalaron los billetes) y ha sido una gran experiencia. He coincidido con gente estupenda, gente autóctona y otros turistas. Podría contar muchas anécdotas, pero la que me apetece contar hoy tiene que ver con la imagen que veis.

En un principio yo fui a Sao Vicente porque quería ir a San Antao (hay que coger un ferry) pero tenía que levantarme a las 5:50 para ir, así que como estaba muy cansada pasé. Así que el día que iba a hacer otras cosas decidí subir a Monte Verde que no me parecía algo especialmente turístico y porque era salir de las playas. Llegar a Monte Verde para subirlo no era especialmente difícil, cogías un aluguer (o colectivo) que son furgonetas que van dando vueltas hasta que se llenan y te llevan de un sitio a otro. El mayor problema iba a ser la vuelta porque la opción era caminar sola por la carretera hasta llegar a la ciudad. Decidí que resolvería esa cuestión después.

Me preparo para la caminata, mi mochila con agua, cojo el colectivo y me planto en Monte Verde y comienzo a subir y caminar. En mi ascenso me di cuenta de que era la única persona blanca y mujer que hacía el bobo por ahí. Mientras subía todos los campesinos me saludaban y me animaban pero yo estaba asustada. Asustada porque era una blanquita sola y soy una cagona. Yo quería hacerlo pero no descartaba la posibilidad de acabar tirada en una cuneta caboverdiana. Cuando llegué a la cima me sentí muy orgullosa de mi misma, había logrado lo que me había propuesto. Me encantaría poder atesorar ese tipo de sentimientos, guardarlos en un tarro para los días malos, los días en los que el mundo me gana o cuando tengo la regla.

Bajé Monte Verde y me dispuse a ir caminando hasta Mindelo (la capital de la isla). La idea de ir caminando por una carretera de Monte Verde no me gustaba nada de nada, mi esperanza era que un colectivo pasase y montarme. Al final un camionero paró y se ofreció a llevarme y me sentí un poco entre la espada y la pared. El camionero parecía buena persona, pero no soy idiota, sé que es una locura montarme en un camión con un desconocido, lo que sucede es que soy una loca del higo. Me subí al camión y me llevó a mi destino. Nos comunicamos como podíamos pero entendí cuando me dijo que debía buscar a alguien para caminar y que él tenía dos niños.

Tengo un angelito de la guarda.

Gatoz

Siempre he querido ser gato, no gato callejero, pero sí gato. La verdad es que me parecen preciosos, listos, graciosos, con mucho amor propio, flexibles, intuitivos y sospecho que perciben cosas que a los humanos se nos escapan. No sé si sería otro animal, lo que está claro es que llevo bastante mal ser humana. Ser persona es un mojón (perdónese mi lenguaje soez). Cuando eres persona hay un inherente deseo de mejorar, un intento de superar el egoísmo, ganas de ser buen hijo, hermana, amiga, pareja…

Todo esto viene porque odio ver a la gente sufrir y menos cuando es gente que quiero y que se merece ser feliz. Viene de que a eces por más que intento hacer las cosas bien, me equivoco y que me cuesta poner límites. Por más que quieras a una persona hay que plantarse y qurese mucho a uno mismo. Encontrar tu propia voz y decir lo que piensas y sientes es un acto de amor propio.

Si pensamos en cómo nos educan nos damos cuenta de que nos enseñan lo contrario, a pedir permiso para hablar, a no destacar, a no salirnos de la mediocridad, nos enseñan que lo que pensamos y sentimos necesitamos sólo es válido si alguien nos da su aprobación.

Quizás, deberían enseñarnos a ser más gatos.

A corazón abierto

Hace tiempo me hicieron un regalo, un regalo precioso, cálido, tierno… si se pudiera comparar con algo diría que era como un gato: una bolita de pelo, que transmite calor y amor. Me sentía feliz con esa bolita de luz que me calentaba el corazon. Era extraño, porque nunca había sentido algo tan bonito y me parecía magía, quizás, era simplemente amor.

Un día, un día feo, un día gris, un día negro y frío, un día lluvioso, viniste y me lo quitaste. Como una niña mala me fui al rincón de pensar sin comprender nada. Traté de que me lo devolvieras portándome bien, mejor que nunca, hacía mis deberes, no rechistaba cuando me regañabas, pero nada. Luego intenté conseguirlo por las malas, vinieron mis berrinches, mi ira, mis llantos, mis berridos, mis enfados. Cuando eso tampoco surtió efecto empecé a construir un muro, ladrillo a ladrillo. El ladrillo de «no quiero que me hagas daño», el de «me has hecho daño», también está el de «me has decepcionado», no podemos olvidar el de «no te entiendo» y por supuesto el de «estoy cansada, lucha por mi».

En todo este tiempo las preguntas han caido como gotas de lluvia en un aguacero y sin embargo no ha llegado ninguna respuesta. Nado entre incognitas y no soy capaz de llegar a ningún puerto. Navego en el desconcierto y tus negativas son mi timón. No saber qué pasó, qué te pasó y asumir que nunca lo sabré, que pedazo de mierda.

Aquí está mi niña interior esperando que vengan los Reyes Magos con esa bolita de luz que iluminaba mi corazón, espero que tú ejerzas de paje, porque la verdad, es que te echo de menos.

Where is Antonio Orihuela?

Necesito a Antonio Orihuela en mi vida, necesito de su inspiración, de su voz mientras recita sus poemas, de su aspecto bohemio, de su capacidad de hacerme sentir acompañada en mi soledad.

Llevo una temporada revuelta, hasta arriba de trabajo, cansada, comiendo y durmiendo mal, estresada y muy malhablada. En el trabajo me regañan por no ir maquillada y llevo unos días haciéndolo (no para evitar la regañina) sino porque tengo muy mala cara. Debería preocuparles que me pinte porque significa que algo no va bien.

Mi trabajo y yo tenemos una relación amor – odio. Hay momentos muy buenos pero también momentos muy malos. ¿Mi trabajo me está matando? ¿Ser adulto es esto? ¿Ahogar mi creatividad entre dosis de realidad es lo que se supone que debo hacer?

Buenos días desde el infierno.

Hace mucho mucho tiempo

Hacía mucho que no escribía y tengo miles de excusas, principalmente trabajo, pero son todas mentirijilla, al final no escribo porque me da pereza.

He vuelto de mis vacaciones hace poco, y gracias a la maravilla del facebook, he comparado las fotos de este viaje con las fotos del viaje a Tailandia y me veo tan mayor. El tiempo pasa tan rápido y no nos damos cuenta, no me doy cuenta. Parpadeo y tengo arrugas, canas, una panza muy fea y un reloj biológico.

A mi alrededor mis amigas se han casado y están preñadas y yo tengo el mismo trabajo, ya no tengo gatos y he sufrido en mis carnes una subrogación y dos accidentes de tráfico.

Lo único que permanece inalterado en mi vida son mis ganas de viajar, mis deseos de ir más lejos, mi pasión por volar. Me gustan los aviones, me gusta lo que implica que un armatoste que pesa no sé cuántas toneladas surque el cielo.

Desde este pequeño rincón perdido en el ciberespacio quiero pediros que ya que vamos a envejecer que lo hagamos dignamente, disfrutando nuestro camino hacia la muerte.