Me convierto en líquida, pero no en agua.
Me convierto en algo pegajoso, en algo espeso que se pega a tus entrañas…
Poco a poco me voy deslizando y me arrastro por el suelo hasta que goteo en la alcantarilla más cercana.
Intento imaginar cómo sería mi cuerpo sin consistencia, cómo sería ser gelatinosa y me planteo si sufriría o si sería el fin del dolor.
Respiro y soy consciente del aire que entra en mis pulmones y me llena, para, cuando espiro, notar cómo se escapa mi vida, bocanada a bocanada