Estoy extrañada porque ahora que he asumido que tengo que hacer el master (es una historia sumamente larga, pero resumiendo diré que si no lo hago pierdo dinero) aunque no me convenza del todo, estoy más animada.
Después de un berrinche que me hizo tambalearme, después de unos días en los que me sentí desgraciada y me cagué en un dios en el que no creo, en un destino al que le agradezco muy poco y en mi por ser como soy, parece que que el sol de los teletubbies me sonríe.
Planteo tres posibilidades:
Necesitaba una meta, algo que me hiciera sacudirme el apoltronamiento de encima, además postergo un año la entrada en el mundo real
Aunque sepa que la educación no tiene futuro, es mi vocación, aunque no quiera, es lo mío, es lo que soy, es de lo que formo parte, a pesar de mis miedos y de esta sociedad
Soy una desequilibrada (no es incompatible con ninguna de las anteriores)
A todo esto, un amigo mío de barcelona me ha dicho que por allí hay trabajo de Pedagogía, asi que voy a intentar aprender algo de catalán (aunque sea un poco chapucero) porque me apetece irme a la aventura el año que viene, una vez terminado el master. Todo depende de millones de factores, pero estaría bien iniciar una acentura como esa ¿verdad?
Pero antes de currar en Barcelona me apetece hacer ciertas prácticas, ojalá me lo monte bien y pueda hacerlo todo.
Un saludo y buenos días
Raquel dice:
¡Cuánto me alegra verte así! Eso es, a comerte el mundo, que tú puedes. Un beso, guapetona.