Secretos

Lentamente había desnudado su alma y ahora desnudaba su cuerpo.

Las luces no la cegaban lo suficiente como para impedirle ver su cara y esos ojos que habías desgarrado sus secretos.

No había posibilidad de escapar, sus fantasías la habían encadenado, ahora quería hacerlas realidad, una por una. Quería que su lengua la recorriese y quería conseguir que él se estremeciese de puro placer.

Lo que de veras la enloquecía era pensar en sus ojos, esos que callados gritaban «te deseo»

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