Hoy cuando estaba trabajando cual perrita recibí un sms preocupante por parte de mi banco, había movimientos «sospechosos» con mi tarjeta de crédito. Era un cargo de un euro y pico en un hotel de España. Llamé por teléfono y resulta que es habitual por parte de los cacos hacer un mini cargo para ver si consiguen que cuele, si es así ya van con el cargo gordo, así que me he quedado compuesta y sin tarjeta de débito (débito porque soy una pobre)
Sé que los cacos existen, es más, a un señor que puede estar a miles de km de distancia mi carita de pena no le produce ningún remordimiento y eso siempre lo hace más fácil. Hacer el mal cuando no ves las consecuencias de tus actos es infinitamente más llevadero y exige menos maldad. Pasa lo mismo que cpn ser un hijo de puta. Es más fácil ser machista, sexista y xenófobo oculto en el anonimato de internet, donde no ves el dolor que causan tus insultos y/o palabras. Hace unas semanas pude ver un vídeo, ponían a señores anónimos a leer en voz alta tuits que le habían escrito a dos presentadoras deportivas. Los primeros tuits eran normales, inofensivos, graciosos, pero los últimos eran chungos, del tipo «deberían violarte por las cosas que dices», «has debido de chupar muchas pollas porque una inútil como tú no debería estar en la tele». Cuando esos hombres, tenían que enfrentarse a lo que otros habían dicho se les caía la cara de vergüenza.
El ser humano, por desgracia, funciona muy bien con la presión social. Debemos concienciarnos de que las palabras son más que palabras y que tiene repercusión cuando chillamos «hijo de puta» en un partido de fútbol, le deseamos la muerte a alguien en twitter o hacemos bromas con respecto a que si «mi mujer se divorcia y se queda con la mitad de todo, la mato, que de la cárcel se sale pero de la tumba no» y que conste que todos son ejemplos reales.
Hasta el próximo wifi.