En mi visita a Tailandia conocí a elfantas ciegas, a un elefante con una pata destrozada por una mina antipersona y a otro que le habían arrancado los colmillos desde tan arriba que casi le matan por la infección que le produjo. Es una putada ser un elefante ciego, cojo o haber estado al borde de la muerte, pero cuando les conocí vivían en un parque felices.
Mi etapa en mi trabajo actual se acaba, es una realidad. No sé si me echarán o me subrogarán, pero como dice la canción «ya nada volverá a ser como antes» y tengo dos opciones seguir llorando sin parar o intentar prepararme para lo peor.
No voya mentir, me quedan muchas lágrimas que derramar, no me gustan los cambios, me angustian, pero no los puedo evitar, pero algo tengo que hacer y ya que estoy de baja aprovechemos las oportunidades que internet me da.
Un saludo enorme (como el hambre de un elefante=