No me gusta disfrazarme, ni en carnaval ni en Halloween. Puede que sea mi absurdo sentido del ridículo, mi incapacidad para encontrar un disfraz o quizás que trabajando de cara al público llevo una careta todos los días.
La vida es un baile de máscaras y cada cual lleva la suya. En este mundo loco, saber si vas disfrazado de tigre o de cordero es una ventaja. Me considero una persona contradictoria. Un día creo ser más simple que el mecanismo de un botijo y al día siguiente me siento una caja puzle japonesa. A veces creo ser un gorrión con el alita rota que se ha caído del nido y necesita algodones y en ocasiones me siento fuerte como un escarabajo pelotero. Quizás es que cada día y dependiendo del reto soy una cosa u otra.
Lo que tengo claro de mi misma es que soy una superviviente ¿y tú? ¿qué eres?