De eso van mis cuentos, de niñas pequeñas, de piel blanca y oscura alma; de sus pecados, de sus sueños y de sus frustaciones y así intento purgarme y sacar todas mis miserias. Es como en el «Retrato de Dorian Grey», mis protagonistas dicen esas cosas que yo no quiero verbalizar.
Luego están los gatos, suaves, poderosos, incluso divinos, que regalan cajas de galletas mágicas donde guardar las penas.
Niños y gatos y muchos demonios, esa es mi vida.