Esta preciosidad de peluche (este exáctamente no, pero uno igual) me acompaña desde hace unos días.
Es un préstamo, alguien que me vio mu tristón me lo ha prestado asi como de buen rollo.
Lleva unos días durmiendo en mi cama. Me protege de mis malos sueños y de mis pesadillas, de mis realidades. Cuando me pongo triste busco a la Mokona y le doy un super abrazote y si no sonrío al menos me siento reconfortada.
Las cosas suaves tienen una extraña capacidad para hacernos sentir bien.
Ahora mismo estoy que acato: acato las decisiones de los demás, porque es lo que debo hacer, cada uno afrontamos la realidad como podemos, cada uno buscamos la felicidad, cada uno superamos el dolor a nuestra manera. Asi que aunque duela acato, callo e intento no pensar.
Es extraño, pero desde que ando triste, mi gato adoptivo, el destructor, está más mimoso, por las mañanas cuando miro cosas en internet se sienta sobre mi y empieza a ronronear, cosa que sólo hace conmigo. ¿Será que se da cuenta que necesito sus mimos? ¿o será que tiene celos de la mokona preciosa?
Voy a intentar aprender mecanografía para que no me vuelva a pasar lo del curro de Madrid.
Tengo mucha guerra que dar =)
Un saludo a todos