Laborar

Trabajo.

Estábamos acostumbrados a que tener trabajo te permitía cubrir las necesidades básicas, pero eso ya no es así, al menos en España. Ahora mismo tener trabajo puede implicar no poder subsistir, y eso, es una mierda.

Yo soy una afortunada, tengo un contrato de menos de 40 horas que me permite sobrevivir. Pago mi alquiler, mis gastos, mi comida y la de mi gato. Tengo horarios de mierda y trabajo como una bestia, hasta ahora lo había sobrellevado bien, pero de un tiempo a esta parte, estoy peor. La degradación de mis condiciones laborales es paulatina y parece que imparable. No es sólo que trabajando 400 horas más que antes cobre lo mismo a final de año. No es sólo que el personal fijo va menguando y que nos pasemos la vida formando a eventuales que se van (bien porque la empresa no quiere hacerles fijo o bien porque encuentran algo menos malo). Es que cada vez la presión y el estrés al que estamos sometidos está haciendo que caigamos como chinches. Bajas por doquier, bien sea porque la gente revienta físicamente (en otro departamento desprograman días de descanso, ponen turnos partidos, jornadas de 9 horas, 7 días de trabajo y sólo dos de descanso), o porque la gente explota a nivel emocional. Una compañera se tiró una jornada laboral completa llorando y al día siguiente se dio de baja. ¿Trabajar implica perder la salud?

Yo he salido llorando del curro más de un día, pero soy consciente de que tengo que llevarlo de otra manera y seguir buscando trabajo. ¿El problema? Los trabajos que me han salido están peor pagados (incluso siendo en Madrid)

Sento que nos están timando y nos estamos dejando. Somos auténticos gilipollas y nos da igual. Nos están dando por culo y ponemos la cama y el lubricante. Las generaciones posteriores nos preguntarán que por qué no hicimos nada y no tendremos una respuesta.

En el futuro

En un futuro no muy lejano nos preguntaremos cómo hemos llegado a donde estamos.

Estoy convencida de que se aproximan tiempos negros y nos tocará enfrentarnos a los reproches, y lo que es peor, a la realidad de estar sumidos en la desesperación. Suena apocalíptico, pero es que pinta regular. Desde Trump, a Bolsonaro, desde Lepen a Abascal. Con la realidad del calentamiento global, rodeados de plásticos y extinguiendo animales. Cerrando los ojos ante los ahogados en el Mediterráneo, volviendo la esclavitud a Libia y consintiendo el genocidio en Yemen.

¿Será que cada vez somos menos seres humanos?. Hace poco asistí a un debate en twitter donde hubo quien, en el caso hipotético de que se produjera un incendio, no sabía si salvar a su perro o a un niño ¿en serio? ¿la evolución era esto?.

Lo peor de todo es que no sé qué hacer, cómo cambiar las cosas, así que acepto visiones positivas y consejos.

Todo llega, todo pasa

El otro día empecé a hacerme pajas mentales y me dediqué a repetirme eso, porque era la único que acallaba mis demonios. Todo llega. Todo pasa.

Tus demonios llegan a ti cuando tomas conciencia de ti mismo. Desde ese momento crecen contigo y los alimentas sin darte cuenta, les das galletitas llenas de miedo debajo de la mesa y se comen las migas de pan con rencor que caen al suelo. Lo bueno de crecer, es que si trabajas lo suficiente aprendes a verlos con claridad, a ponerlos a dieta cuando están engordando demasiado y son un lastre, aprendes a llevarlos, porque son una parte tuya.

Todo llega. Todo pasa. Este momento pasará y llegarán nuevos, con sus cosas buenas y sus cosas malas, con sus aprendizajes, sus caídas, sus sonrisas y sus lágrimas.

Todo llega. Todo pasa.

"Cónocete a ti mismo"

En Delfos, un griego muy listo puso en el templo de Apolo «Conócete a ti mismo». Es curioso como uns de las más grandes verdades es conocida desde que la humanidad estaba en pañales y, aún así, seguimos ignorándolas.

Conocerse a uno mismo implica dolor, implica remover la mierda y una vez que has escarbado, sacar oro. Amarse a uno mismo es sólo real cuando amas tus partes feas. No, esto no va a ser un hilo en plan Jorge Bucay, va de saber por qué hacemos las cosas, por qué elegimos a las personas que nos rodean.

Asi que, conócete a ti mismo, quiérete a ti mismo y respétate mucho, porque nadie lo puede hacer por ti.

Y se hizo el Wifi

Después de tres meses ya tengo internet en mi pequeño piso y debo decir que estoy contenta, soy una pequeña adicta a internet. Todo gira alrededor de eso, poder escuchar música, mandar papeles importantes, pedir cita para el médico, entretenerme, informarme…

En estos meses sin wifi han pasado muchas cosas, el PP ha vuelto a ganar unas elecciones, sigo siendo pobre, sigo a dieta, siguen sin haber inventado dulce de leche light y el mundo en general está fatal.

Ayer, uno de los señores que me instalaba «el interné» y yo, tuvimos un interesante debate. Según él yo pensaba como los votantes del PP y veía cosas que no eran porque yo decía que si queríamos políticos honrados debíamos ser una ciudadanía ejemplar. Para mi, los políticos que tenemos son el reflejo de la sociedad que tenemos, obviamente, habría que poner medidas para que ser corrupto fuera menos fácil, pero en general el ser humano da bastante asquito. Cuando realizamos pequeñas estafas, defraudamos a hacienda, vemos que nos han cobrado de menos y no lo decimos ejercemos nuestra pequeña parcela de corrupción. Si pudieras hacer el mal sin que nadie te pillase ¿dirías que no? Hacer las cosas bien es difícil porque parecen boberías, cosas chiquititas, pero significativas.

Cuanta maldad

Hoy cuando estaba trabajando cual perrita recibí un sms preocupante por parte de mi banco, había movimientos «sospechosos» con mi tarjeta de crédito. Era un cargo de un euro y pico en un hotel de España. Llamé por teléfono y resulta que es habitual por parte de los cacos hacer un mini cargo para ver si consiguen que cuele, si es así ya van con el cargo gordo, así que me he quedado compuesta y sin tarjeta de débito (débito porque soy una pobre)

Sé que los cacos existen, es más, a un señor que puede estar a miles de km de distancia mi carita de pena no le produce ningún remordimiento y eso siempre lo hace más fácil. Hacer el mal cuando no ves las consecuencias de tus actos es infinitamente más llevadero y exige menos maldad. Pasa lo mismo que cpn ser un hijo de puta. Es más fácil ser machista, sexista y xenófobo oculto en el anonimato de internet, donde no ves el dolor que causan tus insultos y/o palabras. Hace unas semanas pude ver un vídeo, ponían a señores anónimos a leer en voz alta tuits que le habían escrito a dos presentadoras deportivas. Los primeros tuits eran normales, inofensivos, graciosos, pero los últimos eran chungos, del tipo «deberían violarte por las cosas que dices», «has debido de chupar muchas pollas porque una inútil como tú no debería estar en la tele». Cuando esos hombres, tenían que enfrentarse a lo que otros habían dicho se les caía la cara de vergüenza.

El ser humano, por desgracia, funciona muy bien con la presión social. Debemos concienciarnos de que las palabras son más que palabras y que tiene repercusión cuando chillamos «hijo de puta» en un partido de fútbol, le deseamos la muerte a alguien en twitter o hacemos bromas con respecto a que si «mi mujer se divorcia y se queda con la mitad de todo, la mato, que de la cárcel se sale pero de la tumba no» y que conste que todos son ejemplos reales.

Hasta el próximo wifi.

I was ment to survive

Sobreviviré porque soy un organismo vivo creado con ese único propósito, sobrevivir. No tengo claro el cómo, pero eso no importa ahora mismo. Tengo claro que tengo que mantener la cabeza ocupada y estar activa, porque como me dé por pensar voy a acabar muy mal.

Así que después de morder el polvo toca levantarse y armarse hasta los dientes (a nivel mental sobretodo) porque en esta guerra no va a haber prisioneros. O ellos o yo y mi elección es clara.

Todos Merecemos Respeto

Acabo de tener una acalorada discusión por facebook por una muchacha que escribió lo siguiente: «Suben fotos en pelotas y después quieren que las traten como princesas y que les toque un caballero, no uno cualquiera. ARO.»

Me asquea dicho comentario, lo siento, pero las personas tienen derecho a subir las fotos que quieran que siguen mereciendo respeto y amor. La persona que escribió esto no es un abuelo de 80 años, criado en el franquismo en el seno de una familia tradicional católica. Lo ha escrito una muchacha de veintipocos años que sube de manera habitual selfies poniendo morritos, con amigas que también lo hacen.

¿Qué le pasa a la juventud que va detrás de mi que son más sexistas que yo? ¿Es culpa de las redes sociales? ¿de los medios de comunicación? ¿qué coño pasa? Durante el debate he puesto el ejemplo de que en Afghanistán las mujeres que enseñan más que los ojos son consideradas unas guarras que merecen lo que les pase (que no deja de significar que no son merecedoras de respeto) Con el ejemplo trataba de que entiendese que si los cms de piel que una persona muestra son la medida del respeto que merece, eso varía en cada cultura, sociedad y momento y que ella, en otro lugar podría sufrir las consecuencias. Yo abogo porque a las personas se las respete, enseñen lo que enseñen, porque esa es la medida universal ¿eres persona? pues mereces respeto.

Me recuerda a una discusión que tuve en cierto foro con un niñato de 15 años que afirmaba que a las prostitutas no se las podía violar, si se las obligaba a hacer algo que no deseaban con pagar más dinero ya estaba el problema resuelto. Me costó un disgusto y romperme la cabeza contra el muro de la incomprensión y no llegué a nada con el descerebrado.

Criticar es sumamente fácil, lo sé, caigo en la trampa millones de veces, pero intento estar alerta. Creo que hace eones que no digo que esa tía es una guarra o puta (en el sentido de promiscua, en el sentido de mala persona lo digo millones de veces) y procuro no meterme con el físico de nadie, ni de hombres ni de mujeres. Es un ejercicio difícil, pero merece la pena intentarlo, aunque sea por vivir en un sitio mejor y porque se educa mejor mediante el ejemplo que con la palabra.

Buenos días y que nadie os joda la vida.

Hell is a place on earth

Tengo muchísimos defectos pero una virtud: me río mucho. En serio, con todo lo negativa que soy me descojono aún en los malos momentos. Me reí cuando el pìñote, la hostia con el coche fue un momento de mierda pero también súper divertido. Hacía comentarios, bromeé con los sanitarios y traté de hacer algo más que llorar.

Esto de ser capaz de reír ha sido útil hoy, porque en mis primeros 20 minutos de trabajo me han abroncado dos personas diferentes por cosas que no fueron culpa mía. Me gusta poder tomarme las cosas con humor, hubo un momento en el que hoy hablando con una compañera me ha contado que se escuchan mis carcajadas por la emisora (uso walkie-talkie) y me siento orgullosa. Soy capaz de ser toda una profesional y además ser risueña y me encanta.

En otro momento, en otras circunstancias, en otro país yo habría sido reconocida, por desgracia mi empresa nos abandona, mi valía profesional no es tenida en cuenta y mi trabajo no es reconocido ni pagado como debería.

Esto (el mundo laboral actual) es el infierno ¿cómo cambiarlo?

Meow del Coño

Los que me leen de vez en cuando saben dos cosas sobre mi:

1- Soy una loca de los gatos.

2- Soy una loca del coño.

En mi hogar hay dos gatos en propiedad, los dos de la calle, uno negro y gordo llamado Peque y una carey con cara de suricato que se llama Suri (lo sé, molamos mucho poniendo nombres) Además de los gatos permanentes tenemos normalmente siempre un tercero de acogida. En nuestro historial de gatos de acogida están Pepe, gato callejero atropellado rehabilitado y adoptado en Suiza; Lulú que vive ahora en Bilbao; Leo (uno de los gatos más glotones que he conocido) adoptado en Sevilla y Unno (ahora rebautizado como Simba) que también vive ahora en Suiza. La actual gata de acogida es Mina y es una locaza. Su historia es bastante triste, fue abandonada en el zoosanitario a la espera de ser sacrificada y creo que se ha quedado ligéramente tocada.

Mina es preciosa, tiene algo de siamesa y sus ojazos hipnotizan, se estresa mucho y maulla con facilidad. Pensamos que debería ser gata única porque por ahora no se lleva bien con mi Peque (y Peque suele ser lo más buenazo del mundo).

Toda esta historia viene porque creo que las personas nos parecemos mucho a los animalitos. Me explico, a todos nos han hecho dañito y todos tenemos cicatrices, el problema es cómo lidiamos con ese dolor. Cuando no trabajamos con el dolor nos convertimos en una gata loca del coño que nadie querrá adoptar porque tiene problemas para convivir en un hogar. Quizás en ocasiones esperamos que sea otra persona la que nos cure cuando somos nosotros los que debemos coger el betadine y limpiar el pus.

Creo que la mierda hay que echarla fuera, esto no es como las granos que hay que dejarlos en paz, hay que apretar y cuando ya no queda nada dentro la herida cicatriza bien.

No seais Mina y dejad que os quieran, aunque en el pasado os hayan hecho daño, aunque no tengáis claro cómo alguien os puede querer.